A nightmare´s night. Relato ganador

A nightmare's night.
En la oscuridad de la noche, se oyó un grito desgarrador en la mansión Whitmore, que taladró los oídos de sus ocupantes. William se despertó, sobresaltado y sudoroso, y agarró el revólver que escondía bajo la almohada. Fuera lo que fuera que hubiera sido eso, era el hombre de la casa, y debía hacerle frente, por mucho miedo que realmente tuviese. Se obligó a apartar esos pensamientos de su mente y se puso unas zapatillas de andar por casa. Cogió una camisa y se la puso por los hombros, sin abotonarla debido a la prisa. Se dirigió al cuarto de su hermano pequeño, Alexander, y echó un vistazo dentro. Alec dormía plácidamente entre sus sábanas de cohetes espaciales.
El joven de cabellos negros siguió avanzando por el pasillo hasta llegar al cuarto de su madre. Unos segundos más tarde, desearía no haberlo hecho. Lo que allí vio fue la causa de sus terribles pesadillas un poco más adelante. Su madre estaba tumbada en la cama y sus dedos estaban entrelazados sobre un cuchillo de cocina que salía grotescamente de su pecho. Una enorme hendedura recorría su torso, diseccionándola en dos, y la sangre aún seguía saliendo, borboteante, de su cuerpo. Sus ojos estaban abiertos de par en par, y aún se podía adivinar el miedo en ellos, a pesar de que miraban vacíos hacia el infinito.
 William se dejó caer sobre sus rodillas, y sintió las lágrimas calientes recorrerle las mejillas. En ese momento, oyó una puerta cerrarse y alzó el revólver a la vez que se levantaba. Se giró y fue hacia el cuarto de su hermano corriendo como alma que lleva el diablo, y al llegar allí se encontró con una imagen espeluznante; un hombre se hallaba a los pies de la cama de su hermano, y tenía un cuchillo en la mano. Cuando el joven entró, el hombre giró su cabeza, pero sólo su cabeza, y le sonrió con una sonrisa que hizo que el vello se le pusiera de punta y que su sangre se le helara en las venas. En ese momento es cuando se dio cuenta de que iba vestido de payaso, y que el maquillaje característico hacía que su sonrisa fuese aún más terrorífica.
El payaso abrió la boca y el muchacho vio que estaba compuesta por dos filas de dientes tan afilados como cuchillas, y Will gritó y gritó, no sabía por qué, pero gritaba suplicando clemencia.
 El payaso siguió avanzando en pos de Alec, y el chico de ojos azules, desesperado, alzó el revólver y le disparó al hombre en la mano, pero éste ni se inmutó. Al contrario, siguió riendo con una risa demoníaca que parecía provenir desde dentro de su pecho. El hombre disfrazado finalmente se giró y le clavó el cuchillo a Alec en mitad del pecho, haciendo que los chorros de sangre cubrieran el techo y la pared, y que se formara un charco en la cama. El pequeño abrió los ojos en un último rictus de terror y dolor, y su cuerpo comenzó a debatirse entre estertores. El payaso arrastró la hoja del cuchillo por el cuerpo del niño y lo diseccionó en dos, como había hecho con su madre, y la luz que había en los ojos grises de Alec se apagó, su cuerpo volviendose rígido e inerte en el colchón.
Lo único que oía Will ahora eran las risas del payaso y unos extraños cánticos que decían “El juego ha terminado, tú eres el siguiente” y cerró los ojos y chilló con todas sus fuerzas, mientras sentía los pasos del payaso acercarse cada vez más y más a él, el olor de la sangre que había en la habitación inundaba sus fosas nasales, y el hombre levantó la mano con la cual sostenía el cuchillo...
* * *
William Whitmore se despertó con un grito casi inhumano, y su madre atravesó el umbral de su cuarto corriendo, la bata que llevaba puesta ondeando tras ella como una bandera. Alec también apareció en la puerta, con sus ojos grises atemorizados clavándose en los azul oscuro de Will.
-¿Hijo? ¿Qué ocurre, Will? Dios mío, estás sudando, ¿estás bien, cariño?
-Sí, mamá... No te preocupes, todo ha sido una pesadilla... -contestó el muchacho, y una diabólica sonrisa comenzó a formarse en su bello rostro. Su mano acarició el revólver que escondía bajo la almohada y lo sacó de su escondite para apuntar a su hermano y dispararle en la cabeza.
Después, con la misma sonrisa de maníaco, apuntó a su madre y volvió a apretar el gatillo, viendo como sus cuerpos se desplomaban contra el suelo con un sordo golpe. Luego, puso la pistola contra
su sien, amartilló el arma y, justo antes de apretar el gatillo, con una risa sádica, soltó:
- Game´s over

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